miércoles, octubre 12, 2005

Ocasionalmente, mi ánimo parece moverse por un engranaje impersonal y secreto. La mayoría de esas veces, no me cuesta coincidir con su ritmo; pero otras sí; y cuando quisiera descansar, se activa, y cuando quisiera ponerme a andar, se interrumpe.
En esos desfasados momentos, cobro conciencia de que estoy viviendo. No al modo de una laboriosa fenomenología del espíritu; sino como cuando, de pronto, advertimos estar viendo una película al notar el traje de goma del monstruo que debería aterrorizarnos.