Ocasionalmente, mi ánimo parece moverse por un engranaje impersonal y secreto. La mayoría de esas veces, no me cuesta coincidir con su ritmo; pero otras sí; y cuando quisiera descansar, se activa, y cuando quisiera ponerme a andar, se interrumpe.
En esos desfasados momentos, cobro conciencia de que estoy viviendo. No al modo de una laboriosa fenomenología del espíritu; sino como cuando, de pronto, advertimos estar viendo una película al notar el traje de goma del monstruo que debería aterrorizarnos.
En esos desfasados momentos, cobro conciencia de que estoy viviendo. No al modo de una laboriosa fenomenología del espíritu; sino como cuando, de pronto, advertimos estar viendo una película al notar el traje de goma del monstruo que debería aterrorizarnos.
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