miércoles, octubre 12, 2005

El gaucho forma parte del campo – o de la naturaleza- porque sin dilema moral puede tomar un cuchillo y degollar jubilosamente un cerdo. El porteño, en cambio, entiende el campo como una plaza enorme en la que no hay bancos, ni autos, ni gente. Cualquier sacrificio, cualquier referencia a lo útil lo devuelve a la ciudad.
Dicho al revés, cuando el porteño se sienta en una plaza y se deja llevar por el ensueño; pasa a estar en una naturaleza artificial, en la que ni los gauchos, ni los animales, ni las plantas realmente están.