miércoles, octubre 26, 2005

Ayer miraba un piano y pensé en Zenón.

(O el tiempo y el espacio son infinitamente divisibles o no lo son. Si son infinitamente divisibles el movimiento es imposible, porque para pasar de A a B hay que pasar primero por un punto medio C; y para pasar de A a C hay que pasar primero por un punto medio D, y para pasar de A a D hay que pasar primero por un punto medio E, y para pasar de A a E... Si no son infinitamente divisibles, el tiempo y el espacio constan de unidades últimas. Pero entonces, es necesario que el trayecto de una flecha, por ejemplo, sea divisible en instantes en que esa flecha esté en perfecta quietud (igual que que los fotogramas de una película) Por lo tanto ¿cómo es posible que a partir de una suma de inmovilidades ocurra el movimiento?)

Ayer miraba un piano, las teclas quietas y divididas; y el pianista comenzó a tocar y una imposible y perfecta continuidad surgió de las teclas. Del eléatico piano brotaba un inmenso río de música.

5 Comments:

Blogger Pablo dijo...

Que ganas de complicarte la vida que tenes. Yo en tu lugar solo hubiese pensado en la musica que el tipo sacaba del instrumeto que estaba usando. En fin

1:59 p. m.  
Blogger Caudor dijo...

Pablo:
Es al revés.

4:14 p. m.  
Blogger Charlotte dijo...

Le dejé algo en el post anterior...

5:13 p. m.  
Blogger Lucía Sociológica dijo...

y qué habrá venido primero, la música? o el tiempo?

Cuántas cosas hermosas que le debemos a nuestra tantas veces odiada racionalidad. Pensar que inclusive el poder gozar de un bueno, de esos buenos buenos, orgasmos es gracias a la racionalidad...

3:21 p. m.  
Blogger Jack Celliers dijo...

Caudor: muy buena la respuesta a Pablo.

Me hace pensar en la dialéctica y en ciertas afirmaciones de Trotsky en Sobre Arte y Cultura.

11:18 p. m.  

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