El día de la cumbre de Mar del Plata, fui a tomar el subte en Avenida de los Incas con valeroso ennui ¿Y a mí qué si salta todo por los aires?
Sabía que el servicio andaba con demora, así que no me irritó esperar más de 15 minutos. Cuando finalmente llegó y subí a la formación; una chica, que permanecía del viaje anterior, se inclinaba ingrávidamente sobre un libro, como revocando el mundo. Tronador. Inferí que muy probablemente había decidido ir hasta la terminal y volver, por temor a no viajar sentada, o que quizá hubiera equivocado la orientación y ahora estuviera deshaciendo el trayecto. Federico Lacroze. Dorrego. Saqué un libro y también me puse a leer. Cada tanto, un atisbo restituía a la sesgada lectora. Malabia. Angel Gallardo. Medrano. Imposible concentrarme en mi libro; me inquietaba más el otro. Carlos Gardel. Los intentos por descifrar autor o título fueron inútiles; la chica comprimía el libro de tal manera que ocultaba completamente el lomo. Pueyrredón. Pasteur. Callao. Uruguay. En un momento, sin embargo, al querer pasar la hoja, el libro respingó entre sus manos y pude indagar cuatro letras de la tapa: «Fedo». Es todo lo que vi porque en seguida lo volvió a acomodar. No puedo decir si esas cuatro letras correspondían al autor, al título o acaso a la editorial. Carlos Pellegrini. Florida. Alem.
Me bajé en Alem; pero la chica ni se movió. Las puertas se cerraron y el subte se perdió otra vez en la oscuridad del túnel.
Sabía que el servicio andaba con demora, así que no me irritó esperar más de 15 minutos. Cuando finalmente llegó y subí a la formación; una chica, que permanecía del viaje anterior, se inclinaba ingrávidamente sobre un libro, como revocando el mundo. Tronador. Inferí que muy probablemente había decidido ir hasta la terminal y volver, por temor a no viajar sentada, o que quizá hubiera equivocado la orientación y ahora estuviera deshaciendo el trayecto. Federico Lacroze. Dorrego. Saqué un libro y también me puse a leer. Cada tanto, un atisbo restituía a la sesgada lectora. Malabia. Angel Gallardo. Medrano. Imposible concentrarme en mi libro; me inquietaba más el otro. Carlos Gardel. Los intentos por descifrar autor o título fueron inútiles; la chica comprimía el libro de tal manera que ocultaba completamente el lomo. Pueyrredón. Pasteur. Callao. Uruguay. En un momento, sin embargo, al querer pasar la hoja, el libro respingó entre sus manos y pude indagar cuatro letras de la tapa: «Fedo». Es todo lo que vi porque en seguida lo volvió a acomodar. No puedo decir si esas cuatro letras correspondían al autor, al título o acaso a la editorial. Carlos Pellegrini. Florida. Alem.
Me bajé en Alem; pero la chica ni se movió. Las puertas se cerraron y el subte se perdió otra vez en la oscuridad del túnel.
14 Comments:
Ah, qué alegría! Otro obsesivo como yo.
Es muy dificil no perder todo interes en lo que uno hace cuando encuentra algo que te llama la atencion. Yo muero y muchas veces pase mas de un papelon al hacer esas maniobras raras para poder ver el titulo del libro que leian los que estaban cerca. Pero es cierto que cuesta mucho concentrarse luego de una intriga asi.
Somos 3 Minerva!!! Yo puedo llegar a empujar a alguien para que mueva ese dedo maldito y me deje leer. No sporto la intriga, simplemente no la soporto!
me gustó tu relato. me gustó que se enmarque dentro de la actualidad para después desestimarla y que parezca que va a resolver para después dejarnos solos con fedo.
me intriga. yo pienso que leía los hermanos karamazov.
hubiese sido lindo que fuera memorias del subsuelo.
No hubiera aguantado la tentación de preguntarle qué leía, o como dijo Charlotte empujar a alguien para lograrlo,
pero pensándolo bien, es así mejor,porque ese libro tiene muchísimas más posibilidades en Fedo.
Si, a todos nos encanta ver qué demonios está leyendo ese que está al lado de nosotros.
Yo, en cambio, me divierto con una dosis de sano sadismo (¿Oximoron?)cuando me doy cuenta que uno o una de nosotros quiere ver desesperado/a que estoy leyendo. Entonces le acerco el lomo, del libro, y se lo alejo. Lo saco de la mochila con cuidado, mostrandole la contratapa con detalle, que al fín no lo sirve de nada. Y si, la paso bárbaro.
Y otra cosa que me pasa es no poder evitar tener sensaciones raras cuando veo a alguien leyendo la biblia, cosa que no pasa poco. Tendría que revisar esa actitud.
Seguramente era The Man From Lake Wobegon. El desafío aumentaba, en el contexto de la cumbre, si se leía a un estadounidense indiscreto.
Che! para mi que es un libro de FEDOr Dotoievsky...
Digo, ahora nos dejaste con la duda. Nadie acepta un lomo inseguro, un libro que se esconde, menos aún de una lectora apasionada. Una lectora sagaz, que elige el lugar de la ciudad más vacío, para internarse una tarde entera, recorriendo ocho veces el mismo trayecto Alem-Tronador, solo para evitar ser interrumpida por mozos y moscas.
En fin, para mi es Fedor.
Yo digo que si lo escondía era algo avergonzante. Mi tía leía novelas románticas espantosisimas, de esas que tienen piratas pelilargos en la tapa, y las forraba con hojas de revista, porque le daba verguenza leerlas en el colectivo.
clitemnestra, estás repitiendo a la reverenda conchuda.
Minerva:
Yo soy obsesivo-compulsivo.
Pablo:
Ya que no es un hábito de cortesía mostrar el libro que uno lee; debería haber una ley municipal.
Charlotte:
Ibidem.
Pijamas:
"Fedo" es todo lo que tengo de aquella chica, de aquel subte de aquella tarde. A mí también me intriga.
Reveranda:
Hubiese sido muy adecuado, casi escenográfico.
Malizia:
Es verdad. A veces es mejor quedarse con la intriga.
Matías: "sano sadismo" Sí, y ¡Aliteración! Muy urbana tu costumbre, te felicito. Ojalá todos te imitaran.
Ebrocken:
Es una muy buena posibilidad.
Clitemnestra:
Y, es muy posible. Ahora, como ámbito para leer, se me ocurren otros más agrdables. Pero es posible que estuviera leyendo a Dostoievski y esperando quizá que el subte la suicidará. Suicide by subway.
Bestiaria:
Esta chica no tuvo la precaución de forrar la novela; así que hipótesis es improbable. Pero todo puede ser.
Ebrocken:
No me patoteé a los lectores.
Basta mirar el largo de los comments para darse cuenta de que Clitemnestra no repite a Reveranda. Habría que ser muy inepto para decir con tantas más palabras lo que puede ser dicho con pocas. Como por ejemplo, Galeano o yo mismo.
Ulma:
Preguntas, preguntas...
El libro no parecía muy grueso así que habría que descartar "Los hermanos Karamazov" salvo que el tamaño de letra fuera menor a 4.
A mí, me hubiese gustado que fuera el Fedón.
Yo normalmente utlizo la fórmula: ¿qué leés? Funciona.
algunas editoriales a Dostoievski le ponen "Fedor" en vez de "Fiódor". Capaz...
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