domingo, julio 30, 2006

El elogio es una ciencia fácil y ubicua, apenas menos popular que la injuria.

jueves, julio 20, 2006

En ocasiones, siento nostalgia de otras vidas. No sólo de aquellas que son nostálgicas ya de suyo porque la historia las canceló: hoplita en Grecia, emperador o gladiador en Roma, escriba en Sumeria, cazador-recolector en el paleolítico superior, pescador en Judea, Abad en Cluny, jinete escita o corsario en el Mar Caribe; sino también, de aquellas que son una contradicción lógica de la mía: ladrón de bancos, piloto de pruebas, asesino (serial o a sueldo), esquimal, rabino ortodoxo, hippie en el Bolsón, corredor de bolsa, marinero de un barco ballenero -o, al revés, activista de Greenpeace que asedia un barco ballenero-, cazador furtivo, terrorista suicida, artesano mapuche analfabeto o fervoroso perito de un único tema.

A veces me parece que hay como una torpeza de ser nada más que lo que somos; otras veces, en cambio, ese mismo pensamiento me parece una estupidez.