jueves, abril 19, 2007

No intentó escribir una novela ni descifrar una fórmula célebremente fracasada. Tampoco intentó el largo y penoso ejercicio de conquistar el Everest, anular el hambre en África o acumular un imperio de petróleo; a su impaciencia por asesinarse le bastó un flojo argumento ad hoc.
Satheeswaran, un estudiante indio de 19 años se suicidó luego de que sus 144 abdominales no fueran registradas en el Guinness Book of World Records.

(También los que escribieron novelas y descifraron fórmulas, los que pisaron la cima del Everest, ayudaron a África y crearon imperios murieron. La muerte aniquila incluso al tiempo. En algún momento -en un no-momento- el ayer también dejará de existir y todo será pura y perfecta nada -de la que nada sale, ni saldrá, ni habrá salido.)