domingo, marzo 26, 2006

En Donato Álvarez y Gaona hay una estatua cubierta por una lona de plástico azul. La lona, que cubre la estatua hasta la cintura, se ajusta perfectamente a la silueta y traza con claridad la cabeza y el torso aprisionados.
Siempre que paso por ahí, no puedo evitar sentir la angustia inexistente de la piedra.
Del mismo modo, sentimos el padecimiento de alguien que no es más que una suma de palabras o un efecto de luz y la tristeza de una especie en extinción cuyo último ejemplar se moriría con inocencia, sin una queja. Y también así, sentimos la penosa soledad de los muertos.
Curioso instrumento éste que, emergiendo de uno como un espontáneo shaman, asfixia la tranquila piedra, concede aliento y vigor a los muertos y promueve la desesperación entre las especies amenazadas; pero que, además, puede negarse a sí mismo y anticipar su propia aniquilación.

martes, marzo 21, 2006

Me conmueve la perfecta abnegación de los equipos de audio y video que, con igual mansedumbre, hospedan Preludio a la siesta de un fauno y el monomaníaco compás de la cumbia, a Orson Welles y a Jorge Polaco.

lunes, marzo 13, 2006

Bueno, he vuelto.
Todavía desconozco las razones ciertas de mi ausencia; aunque creo que algo tuvo que ver, una extemporánea depresión que me abatiera. Sin embargo, como hasta ahora he evitado el hondo examen revelador, no sé si adjudicarle a ella mi ausencia o mi regreso.
Las hipótesis son las siguientes:
a) Al iniciar mis vacaciones, la depresión me hundió en una afligida melancolía que me impidió escribir por completo y recién ahora logré salir, poseso de un furioso entusiasmo creativo.
b) Al iniciar mis vacaciones, me poseyó una entusiasta furia creadora que se transfiguró en incansables y multiformes textos que no me dejaron tiempo para el blog, pero que al cabo, me agotaron y me hundieron en una melancólica aflicción.

El íntimo cuerno del dilema sería ¿estoy ahora deprimido o lo estuve antes? y ¿vuelvo porque ya no tengo nada qué decir, o justamente al revés?
Que tu ánimo, pesimista u optimista; o tu severo o indulgente juicio sobre mis textos, lector, lo decidan.